Ganagagni (Gana Agni)
Fisioterapeuta, Formador de formadores,Osteopata CO, Experta en cadenas musculares GDS, en técnicas miofasciales, dolor miofascial y punción seca, Maestra Titulada Superior en Kinesiología Psicoenergética por el RCU y Maestra de Reiki Mahaananda.
Acharya, (Maestra) ordenada en la Tradición Budista Mahajrya, siguiendo las enseñanzas del Budismo, del Hinduismo, del Cristianismo y de la Cábala, y tengo más de 25 años estudiando y trabajando con la salud del ser humano.
Nombre de alma:
De nombre social Asun Esteve, GanagAgni es mi nombre de alma. Para poder pronunciarlo mejor una de las “g” se omite y con las “a” se hace una elisión quedando GanAgni. El alma no tiene nombre, un maestro espiritual te lo da en un intento por poner en palabras la experiencia de esa alma en este mundo.
Gana viene del Dios Hindú Ganesh, quien remueve los obstáculos, y Agni, el Dios Hindú del Fuego, quien transmuta y eleva los planos naturales hacia lo Espiritual. Mi nombre de alma, Ganagagni, tiene 3 G, G es la letra de la Expansión, del pastor que guía y que cuida, al estar tres veces, afecta a los tres mundos: el divino, el espiritual y el humano. Desde niña, la gente siempre me consultaba mi opinión para poder avanzar en sus problemas o situaciones.
Autobiografía:
Me crié en un ambiente rural en donde desde muy pequeña sentía que Dios es Amor y Ama; que no había emociones malas y buenas, que teníamos el derecho a expresar, a vivirlas todas y a amarnos en el proceso.
Mi abuela materna era una sanadora y me puso en contacto con la Virgen María; mientras que mis padres, amorosos y virtuosos, fueron los primeros en enseñarme a ser severa en la virtud y a tratar de ser buena persona.
Sentía una conexión con Jesús, con sus enseñanzas. Siempre tenía dentro de mí una de sus frases: “Otros vendrán más grandes que yo y por sus actos los conoceréis”.
Esto hizo que ante curas o maestros espirituales, mi confianza dependiera de ver si sus actos eran o no virtuosos y compasivos.
Desde mi tierna infancia me ha sido fácil compartir y cuidar de los demás, me gustaba, así que siempre había gente que quería que le hiciese masajes o que le pusiese las manos para sanar. De hecho, una vez mi maestro me hizo ver que era capaz de dar mi vida por la humanidad y que yo no estaba incluida en esa totalidad. Con esto, mi aprendizaje fue que en la medida en que te amas a ti, amas al prójimo; necesitas estar incluida en la totalidad.
Desde los 7 años, mi sueño era ir a la Universidad.
Y estudiar la parte científica. Fue duro, pero lo conseguí.
Desde que empecé a ir al colegio, me sentía diferente al resto ya que era más alta y gorda que todos mis compañeros, era hasta más grande que mi maestra en el colegio. Así que todos los días recibía insultos y rechazo por ser diferente. Tanto fue así, que el cura…de la parroquia me hizo hacer la catequesis con 6 años porque era más alta que los niños con 8. Me sentía diferente, tenía tanta vergüenza que hasta era tartamuda.
Me rechazaba constantemente por cómo era y buscaba la manera de Ser amada. Así que la encontré, encontré la forma de ser inteligente y de dar clase a los demás de cómo yo entendía las cosas.
Poner mi inteligencia al servicio de todos me ayudó a sobrevivir, a tener la atención y el amor de mis compañeros.
El comienzo fue estudiar la parte más física, por eso me diplomé en Fisioterapia en la Universidad de Valencia, cuando nadie conocía esa carrera.
Una vez hecho esto, me di cuenta de que aquello era limitado, que el cuerpo humano era más, que me parecía una maravilla de la creación y que quería entender cómo funcionaba, cómo era posible que enfermase y cómo podía ser eficaz sanando.
Así que queriendo entender el funcionamiento, la alquimia corporal, en 9 años estudié lo que normalmente toma el doble:
6 años de Osteopatía,
1 año de Miofascial,
1 año de Punción Seca,
4 años de Cadenas Musculares GDS,
6 años de Kinesiología
Cuando descubrí la Kinesiología, ya hace más de 15 años, en España era muy raro hablar de emociones, de energía y del Alma. Pude entender y descubrir cómo el estrés y los bloqueos de creencias nos afectan también físicamente. Sentí en mi corazón el impulso de querer compartirlo, ya que si todo el mundo pudiese manejar su estrés físico, emocional y mental el mundo sería mejor. Esto hizo que, a los 30 años, ya fuese profesora de terapias.
La Kinesiología me ayudó a liberar estructuras y a entenderme, aprendí a ver la Unidad y la relación entre el plano físico, el vital, el emocional y el mental en el ser humano.
Gracias a la gran experiencia adquirida, ya que mi intención era llegar a todo el mundo, mi idea juvenil y alocada fue trabajar de lunes a sábado de 8:30 de la mañana a 11 de la noche. Esto hizo posible que en 20 años de trabajo en la salud diese más de 90 000 sesiones. Dándome una gran experiencia en sanación.
Sentía que había algo en la ecuación que faltaba y fue a través de una iniciación de Reiki cuando sentí el despertar de mi alma; y una necesidad por entender.
Fue en ese momento cuando apareció mi maestro espiritual Maha Vajra, y observé sus actos compasivos y virtuosos. Empecé a seguir y a estudiar las enseñanzas del Budismo, del Hinduismo, del Cristianismo, de la Cábala y del conocimiento esotérico.
Nada religioso, sino lo que es común, la esencia que se experimenta.
Esta práctica espiritual reafirmó todo aquello que sentía desde niña, todo era real: Todo es Amor, Dios en su forma, tanto la flor como la basura. Que no había nada malo en nosotros, que somos unos niños inocentes aprendiendo a recordar quiénes somos, que tenemos el derecho a vivir todo. Que en esta vida las cosas suceden y que aprender a abrazar, es aprender a aceptar en humildad y en simplicidad.
Gracias a esto aprendí a amar a mi físico, empecé a sanar tanto el rechazo como la vergüenza, empecé a sentir ese amor por mí y por el mundo. Y sentí la necesidad de compartirlo con todos los seres, para que puedan experimentar la sanación y la apertura del corazón en sus vidas.
Cada vez que imparto clases, comparto con todo aquel que asiste a mis conferencias y seminarios cómo vivo el amor, lo que siento y conozco de sanación, de crecimiento personal y de espiritualidad.
Me siento tan afortunada de observar cómo esa interacción inspira, ayuda a amarse, y transforma.